Día tras día, ejercen el papel de cuidadoras de sus hijos. Detrás de cada mirada, cada lágrima, hay un mundo de miedo e incertidumbre que merece ser reconocido.
Esta labor no es fácil y muchas veces se descuidan a ellas mismas en el proceso de cuidar.
La fortaleza es admirable para el mundo, pero éste las sigue viendo desde lejos sin intención de interactuar, logrando que se sientan perdidas y en soledad. A pesar de todo eso… su corazón sigue siendo puro, por muy roto que parezca. Si alguien pudiera ver lo que pasa por su mente, su corazón y su alma, comprendería la magnitud de esta tarea y las abrazaría con todo el amor del mundo.
Os veo, os valoro y os admiro. Vuestra labor como cuidadoras es imposible de definir y vuestro amor y dedicación son un ejemplo para mí.
En cada noche sin dormir, en cada sala de espera llena y vacía a la vez, en cada parque plagado de estrés, en esa oscuridad llena de color que creáis cada día en 4 paredes, en las habitaciones de hospital, en los dolores de espalda y de cabeza, en las ganas de salir corriendo, yo os valoro.
Detrás de cada mirada
hay un océano en calma
que esconde en su profundidad
un mundo lleno de diferentes emociones.
Las lágrimas son gotas saladas
que el viento lleva lejos
como un grito que se ahoga
en un mar de soledad.
Pero la fuerza de esas madres y padres
es como el sol en el horizonte
que ilumina y da calor
aunque la oscuridad persista.
Son semillas que germinan
en un suelo difícil y duro
y que con amor y paciencia
dan flores llenas de color.
Así que honremos su labor
y su valentía sin igual
porque ellos son la luz en la oscuridad
que guía a un mundo más inclusivo y real.
No descansa ni aunque esté quieta porque su mente no conoce vacaciones… Trabaja de manera ruidosa pero aún así sigue siendo silenciosa, para una sociedad que aún cree que cuidar no es un trabajo.
Fuente: LocuraconWilliams – Maternidad y Discapacidad